Ansiedad

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es un estado psíquico que trabaja como agente de defensa, alerta sobre el peligro y está presente a la hora de afrontar situaciones consideradas de alto riesgo. Se conoce como la respuesta habitual ante un estímulo que amenaza la integridad del individuo, ya sea un atentado verdaderamente inminente o uno menos ofensivo que evoque tal sensación, debido al grado de compromiso que conlleve o a la semejanza con otras experiencias vividas.

Este mecanismo permite que las personas adopten posturas, tomen medidas anticipadas y elaboren un plan para encarar la situación o para alejarse de ella. La ansiedad suele originarse y manifestarse en circunstancias estresantes, donde la persona afectada emocionalmente se encuentra en presencia de un obstáculo, que la separa de sus deseos, metas, momentos que anhela vivir o de logros ya obtenidos que pueden ser arrebatados, originándole frustración. Entre los sentimientos que este estado desencadena se pueden encontrar: angustia, intranquilidad, preocupación, agitación, miedo e incertidumbre.

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Tipos de ansiedad

Existen dos tipos de ansiedad: la controlada y la patológica. La ansiedad controlada es considerada sana, puesto que cumple la función de preparar al organismo ante situaciones aparentemente riesgosas, mientras que la patológica está conformada por una serie de trastornos que se diagnostican siguiendo la sintomatología del paciente.

Ansiedad controlada

Dentro de esta tipología se encuentran las personas que cumplen con patrones de ansiedad normales, en circunstancias donde los episodios ansiosos se consideran aceptables y ayudan a que el cuerpo tome medidas para  encarar escenarios de tensión. La frustración genera estrés, y a su vez es este el que origina la ansiedad; mientras el individuo se encuentra a la expectativa del acontecimiento, su organismo reacciona ante los estímulos de las dos sensaciones anteriormente mencionadas.

En primera instancia el cerebro activa el sistema dopaminérgico (secretores del neurotransmisor dopamina), para evitar decisiones impulsivas y planificar estrategias que hagan frente a la emergencia; en segunda el adrenérgico (secretores del neurotransmisor adrenalina), que permite al cuerpo alistarse para afrontar la situación e impulsa el sistema nervioso simpático, el cual aumenta la frecuencia de los latidos cardiacos y la fuerza corporal a través de altas cargas de energía, estimula las glándulas suprarrenales (reguladoras de estrés), relaja el tejido muscular liso, las paredes de los bronquios y provoca midriasis ocular (dilatación de las pupilas), preparándose así para la acción.

Una vez que el individuo ha pasado por este proceso el organismo regresa a su estado habitual, controla los sentimientos y emociones experimentados durante el periodo de alerta, y retoma las funciones rutinarias sin alteración.

Ansiedad patológica

Cuando la ansiedad deja de ser controlada, y se manifiesta constantemente en diversas situaciones, pasa de ser sana a ser patológica, es decir, se considerada una enfermedad o trastorno mental que altera los estados emocionales normales del individuo que la padece.

La razón por la que este mecanismo de defensa se convierte en un trastorno, es la irregularidad en el funcionamiento de los órganos que secretan determinados neurotransmisores y la cantidad de hormonas que proporcionan al momento de afrontar escenarios que no atentan realmente contra el individuo, o que no deberían provocar alarma, originando una respuesta exagerada por parte del sistema nervioso central ante casi cualquier estímulo. Aunque el problema base es el mismo, existen características que diferencian los diversos trastornos de ansiedad, los cuales son:

  • Trastorno de estrés postraumático (TEPT): Se origina a raíz de una situación estresante que causa un trauma (ya sea en la persona que atraviesa el acontecimiento o en un tercero), el cual no se ha podido superar. Un ejemplo de este tipo de trastorno es algún individuo que haya sufrido de un accidente de tránsito, y desde ese momento no vuelva a manejar un automóvil e incluso tema acercarse a él u ocupar el puesto de copiloto.
  • Trastorno de pánico: Es el trastorno de ansiedad más extremo, puesto que no existe un estimulo real o algún recuerdo que evoque la sensación de amenaza. Se caracteriza por episodios repentinos de terror, denominados ataques de pánico, los cuales vienen acompañados de síntomas físicos y alteraciones conductuales.
  • Trastorno obsesivo compulsivo (TOC): Se identifica por los gestos y conductas repetitivas, que derivan de los pensamientos redundantes que ocasionan inquietud, preocupación, temor y angustia; a estos movimientos se les denomina compulsiones, y son un método del organismo para liberar el estrés y la ansiedad.
  • Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): En este tipo de ansiedad patológica el mecanismo de defensa no suele ser tan agudo como los episodios de pánico, pero al igual que en ellos no existe una causa clara o real que desencadene los periodos ansiosos, cualquiera puede ser la situación que incite la aparición de este estado, el cual se experimenta durante largos periodos.
  • Fobias específicas: Se manifiestan cuando el individuo se encuentra ante determinado objeto, situación, animal o persona, que le causa un temor irracional. En la mayoría de los casos esto es consecuencia de que el afectado le atribuye o magnifica características al causante de la ansiedad, provocando de esta manera un desorden emocional; en otros, la fobia es consecuencia de malas experiencias, situaciones estresantes que hayan creado el aborrecimiento al causante del miedo, o actitudes adoptadas durante la niñez, de personas con el mismo terror o uno similar.

¿Cómo se diagnostica la ansiedad patológica?

Los características que separan a la ansiedad controlada de la patológica son evidentes, sin embargo, diagnosticar a un paciente con algún tipo de trastorno psicológico es algo más complejo; la ansiedad forma parte de los síntomas de muchas otras enfermedades mentales como la depresión, la esquizofrenia, la bipolaridad y las adicciones, por lo tanto debe verificarse que el afectado no padezca de alguna de estas patologías u otras netamente sistémicas que le estén originando recurrentes episodios de ansiedad.

Los test, entrevistas y pruebas conductuales que estudian las actitudes reactivas de los individuos, son imprescindibles para determinar la existencia de un trastorno de ansiedad y establecer su origen o causa. Una vez que al afectado se le ha prescrito la enfermedad, mediante el descarte de otras patologías y la aplicación de las técnicas psicológicas antes mencionadas, se utiliza la escala de ansiedad de Hamilton, o la de Goldberg, para clasificar la intensidad de los síntomas y corroborar que las características del paciente calcen con las de algún trastorno especifico. En caso de ansiedad infantil la escala a utilizar es la de Spence.

Estas escalas también son empleadas para evaluar la evolución del afectado una vez que este ya se encuentre en tratamiento. Asimismo, son aplicadas a personas que padecen de trastornos afectivos (una vez que han sido diagnosticadas), con los mismos fines.

Causas de la ansiedad

Las razones por las cuales algunas actividades o suceso podrían desencadenar ansiedad son distintas, los factores que más intervienen comprenden el nivel de importancia que el individuo le atribuye a determinada tarea, la repercusión que esta tenga en otras tomas de decisiones o la carga emocional que posea, principalmente derivada de los acontecimientos vividos durante circunstancias similares; sin embargo, no siempre es una experiencia personal lo que hace que se presente este mecanismo de defensa, en muchos casos son vivencias de un tercero las que se predispone para catalogar alguna situación como amenazante.

Una situación tan común como lo es presentar una prueba de admisión puede originar ansiedad, así como esperar alguna llamada telefónica importante, exponer algún proyecto delante de un jurado, actuar frente a un público o acudir a una entrevista de trabajo. El nacimiento de un hijo, la espera de los resultados de un examen médico o de alguien que no llega a la hora habitual y no informa de su retardo; realizar deportes extremos, anhelar que llegue alguna fecha especial o, por el contrario, desear que no finalice determinada etapa de la vida también puede desencadenar episodios cortos de ansiedad controlada, que se encuentran dentro de la normalidad.

En el caso de la ansiedad patológica, las causas que producen este mecanismo de defensa suelen acentuarse e incrementarse mucho más, cualquier circunstancia podría ser considerada una amenaza para el afectado, aunque realmente no se trate de una situación de riesgo donde su vida o un aspecto de la misma se encuentre en peligro. Cuando la ansiedad se convierte en un trastorno, son otros los aspectos a considerar dentro de sus motivos, como los factores que predisponen la enfermedad (hereditarios), los que contribuyen a que esta se desarrolle (experiencias que se convierten en eventos desencadenantes de la enfermedad), y los que permiten que se mantenga (alteraciones en el organismo).

Síntomas de la ansiedad

Las manifestaciones de la ansiedad son variadas y se clasifican según el área de afectación. Estás son:

  • Síntomas emocionales: Sensación de peligro o amenaza, miedo, inquietud, angustia, inseguridad; agobio, sospecha, irritabilidad, incertidumbre y preocupación.
  • Síntomas físicos: Opresión en el pecho, rigidez y tensión muscular, taquicardia, sudoración, alteraciones de los hábitos alimenticios y de sueño; calambres, temblores, sequedad en la garganta, fatiga, mareos o vértigo, sofocación, dolor de cabeza y molestias estomacales.
  • Síntomas cognitivos: Dificultad para tomar decisiones y concentrarse en tareas especificas, persistencia de pensamientos negativos, pérdida de control sobre las acciones que se ejecutan, problemas para recordar algún acontecimiento o distorsión de los recuerdos; confusión y expectativas pesimistas ante los acontecimientos.
  • Síntomas conductuales: Torpeza o dificultad para actuar, hiperactividad e hipervigilancia, impulsividad; consumo excesivo de alimentos y bebidas alcohólicas, al igual que cigarrillos u otras sustancias nocivas, ejecutar movimientos repetitivos, caminar sin rumbo fijo, tartamudear y en algunos casos entrar en estado de shock.

Es importante destacar que no todas las personas manifiestan los mismos síntomas, es posible que haya algunos que no se experimenten al atravesar por un episodio ansioso, o que determinada característica de este estado se presente con más intensidad que otra.

Ansiedad y depresión

Aunque es común que se relacionen, la ansiedad y la depresión no son lo mismo, pues cada una cuenta con una serie de características y síntomas que las diferencian; la principal distinción entre ambas es que durante el periodo ansiedad la emoción que predomina es el temor, mientras que en la depresión lo es la tristeza.

Generalmente la depresión es causada por una pérdida, algo que se encuentra en el pasado, un suceso ya ocurrido que no se puede reavivar y que ha dejado una huella importante en la vida del individuo. Por su parte, la ansiedad es un estado de alerta donde la persona está a la expectativa del porvenir, el cual produce incertidumbre y temor ante un aparente escenario riesgoso.

La principal razón por la que estas dos alteraciones se confunden se debe a que la ansiedad forma parte de uno de los síntomas de la depresión, ya que el individuo con trastornos afectivos teme volver atravesar por la situación que lo dejó en ese estado, y cualquier escenario que lo saque de su zona de confort puede considerarse un peligro a su integridad física y emocional. Asimismo, las personas que sufren ansiedad patológica pueden llegar a desarrollar depresión, debido al rechazo que tiene de su condición y los pensamientos pesimistas.

Otro aspecto a considerar es que el tratamiento farmacológico que se prescribe para estas  patologías es muy similar; en ambos casos existe un déficit de los neurotransmisores noradrenalina y serotonina, por lo que se suministran ansiolíticos y antidepresivos tricíclicos. Sin embargo, en el caso de la ansiedad controlada, estos medicamentos no se recetan, pues su tratamiento se remite únicamente a la psicoterapia.

Aunque se pueden diferenciar, y en la mayoría de los casos no actúan en conjunto, existe un trastorno denominado mixto ansioso-depresivo, en el cual se diagnostica la existencia de las dos enfermedades sin que alguna sea la responsable de haber originado la otra. Para especificar este tipo de trastorno es primordial haber descartado la individualidad sintomatológica de las dos patologías involucradas, y que la intensidad o frecuencia de alguna no sobrepase las características de la otra.

Tratamiento de la ansiedad

La psicoterapia es el mejor tratamiento para sobrellevar y combatir la ansiedad. Dentro de esta se pueden encontrar varios métodos que ayudan al paciente a encarar el problema, entre los que se encuentran la terapia conductual, cognitiva y de grupo, las cuales buscan recaptar la atención del individuo con la finalidad de que comprenda verdaderamente el grado de peligro que conlleva la situación que le produce ansiedad (la cual en la mayoría de los casos resulta inofensiva), y reaccione ante ella de un modo más sereno.

En la terapia conductual el especialista estudia las reacciones del afectado ante ciertos estímulos que le generen ansiedad, y posteriormente le enseña una serie de reacciones y técnicas que puede ejecutar cuando perciba esta amenaza; de igual forma con el pasar de las sesiones el paciente se vuelve más consciente de su situación, y paulatinamente va cambiando y agregando conductas que lo conducen a salir prontamente del episodio.

Por su parte, la terapia cognitiva es la base del tratamiento, ya que al lograr que el individuo entienda que es capaz de afrontar las situaciones que le producen ansiedad, que puede manejar sus reacciones, y que superar los episodios es algo que va a conseguir a medida que los vaya aceptando y experimentando, es mucho más fácil que ejecute acciones acordes a lo que se encuentra en su pensamiento, el cual pasa a ser positivo y optimista.

La terapia de grupo también suele ser de gran ayuda, aunque no todos los integrantes tengan la misma causa de ansiedad, puesto que al estar rodeado de personas que viven y experimentan sensaciones similares, el paciente se siente comprendido. Las sesiones de psicoterapia para personas ansiosas suelen ser pocas, aunque la evolución es individual y algunas pueden tardar más que otras en aprender a manejar sus emociones.

Las técnicas de relajación también son un método que se pone en práctica durante la psicoterapia, pues permiten disminuir la tensión muscular, presión arterial y en consecuencia el ritmo respiratorio; reducir los niveles de estrés y aumentar la oxigenación del sistema periférico.

En casos de ansiedad patológica la psicoterapia viene acompañada de medicación, pero antes de tomar decisiones apresuradas e ingerir algún ansiolítico, se debe consultar a un especialista que diagnostique la patología, descarte cualquier otra enfermedad y determine el tipo de trastorno que enfrenta al paciente. La automedicación puede agravar el estado de la enfermedad y crear malos hábitos en el consumidor.

 

Psicólogos de Venezuela expertos en Ansiedad



Autor: © PSIGUIDE